El jardín que nadie puede cambiar: Vecinos en PH
Por Prhopio
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Hoy en día es común ver cómo en todas las ciudades del mundo, las personas han decidido que al no haber tierras para construir, lo más fácil es edificar hacia arriba; tenemos que aprovechar al máximo los espacios, no importa si estamos preparados o no para vivir con extraños, para compartir mi jardín, mi zona de parqueo, tampoco interesa si tengo donde secar mi ropa o si por lo menos en algún momento del día me da el sol sobre la ventana, o si conozco quienes son mis vecinos, eso no es relevante, lo que importa es que todos tengan una “vivienda digna”.
¡Construyamos comunidad juntos!
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Y qué hay de las culturas, de las costumbres, de las creencias, de las tendencias, del idioma, de los gustos? Tampoco son relevantes, cada quien compra donde quiere y donde puede, basta que tenga con qué pagar, el problema es para quienes en últimas deberán compartir esos espacios.
En el mundo entero estamos viviendo tiempos de crisis y nuestro país no escapa a este fenómeno, ya se nos volvió normal escuchar que alguien agredió a otro, porque simplemente no le gustó cómo le habló, cómo le miró, en fin, excusas sobran, pero creo que llegó la hora de hacer un alto en el camino y nosotros como uno de los gremios más grandes, porque más del 75% o el 80% de la población colombiana vive en conjuntos residenciales, empecemos a sentar un precedente haciendo las cosas diferentes, generando un cambio, no es una tarea fácil, pero con amor, perseverancia y dedicación se puede lograr.
Si nuestros entornos cambian con las grandes construcciones en vez de casas con jardines, porque no podemos detener el crecimiento de nuestras ciudades, hay un jardín que tú puedes conservar intacto y es el jardín que cultivas en tu corazón; no permitas que las espinas sean más grandes que las rosas, para ello puedes regarlas con mucho amor, paz, paciencia, bondad, gratitud, tolerancia, no dejes que la añoranza de una casa grande con jardines, opaque la alegría de tu interior y proporciónale a tus vecinos lo que hay en tu corazón, depende de ti, si les das espinas o les das amor, pero no olvides, eso mismo recibirás.
No hace falta mucho para ser amable, detenerse y saludar, preguntarle a tu vecino cómo está?, saber si sus hijos están bien, tampoco se requiere mucho para respetarle su mascota, así tú no tengas una o no te gusten, si tu vecino hace ruido o te incomoda por algo, agota las vías de la comunicación, no le agredas ni hables mal a sus espaldas, eso lastima y engendra resentimiento y el fruto es la violencia.
Nosotros como administradores, debemos ser los primeros en generar ese cambio, formándonos, capacitándonos, preparándonos para ser cada vez más profesionales y sobre todo para ser conciliadores, generadores de espacios amigables, de conjuntos apacibles, armoniosos y tranquilos, donde cada residente pueda sentir que tiene una casa y una gran familia que sabe convivir respetando los espacios privados y las diferencias de cada integrante.
Ya es hora de darle la importancia que merece al tema de la convivencia.
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